Óleo sobre lienzo, dimensiones: 130 x 98 cm., titulo:
Cántaro, año: 1992
Autor: José Higueras Mora
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Una
pintura gris. Un pan más bien duro. Un limón medio “pelar”. Frutas sobre la
mesa. Una navaja abierta. Una botella o garrafa de cristal fino, y destacando como
figura principal un cántaro.
Esos
cántaros que años atrás se utilizaban para ir a buscar agua a los pozos o
fuentes públicas, quizás por no tener agua corriente en casa. Era muy
utilizable. En todas las casas manchegas se encontraban.
El
pintor reunió unas cuantas cosas antiguas para “animarlas” con los vivos
colores de la naturaleza.
Esta
obra tiene un recuerdo inolvidable. Las medidas considerables del bodegón
atraía vivamente a los llamados “nuevos ricos”.
El
maestro llevaba un buen tiempo estudiando, experimentando, y recluido en su
casa estudio. No quería vender y al mismo tiempo necesitaba seguir viviendo. “Los
ahorros iban dando los últimos coletazos”.
Era
viernes por la tarde y habían ido a verlos unos amigos que vivían en Madrid, iban
a pasar el fin de semana “al pueblo”. Sabedores que llevaban mucho tiempo
trabajando para tener preparada una buena exposición en el corazón de Francia y
Bélgica. Y sabiendo que siempre se tiene que hacer el doble de obras para poder
escoger bien cada una de aquellas que se van a colgar en la muestra. Les invitaron
a cenar el sábado.
Era
época de caza y siempre caía alguna liebre. Los hombres se encargaban de guisar
un buen arroz. ¡Claro que a las mujeres no les gustaba ese plato! entonces
ellas se preparaban otra cosa. “Ellas en un lado, ellos en otro”.
Ya
era tarde cuando salieron de casa, hacía frío, se abrigaron y subieron la
cuesta que les llevaba hasta dónde se iba a celebrar “la pequeña fiestas”.
Cuando
llegaron ya estaban todos los participantes de la misma, habían preparado dos
liebres, los hombres se frotaban las manos pensando en aquel ágape.
Cuando
llegaron, el maestro se dio cuenta que con las prisas se habían dejado unas
botellas de vino sobre la mesa. Se disculparon y volvieron de nuevo a la casa
estudio, a fin de cuentas todavía la carne estaba bastante dura y por lo menos una hora faltaba. Ellos no iban a tardar
tanto.
Bajaron
de nuevo la cuesta, entraron en casa para recoger lo olvidado. De pronto suena
el timbre de la puerta. Al abrir se encuentran con una pareja joven, los
conocen son del pueblo. Le extraña aquella visita a esas horas, es tarde y el
tiempo no acompaña ¿Qué pasara?
Después
de franquear la puerta para que pasaran, tienen un pequeño dialogo y les dicen
que quieren ver algo de obra, quieren ver los cuadros. Mejor, están interesados
en comprar varios cuadros.
No
tardan en ver lo que quieren, les gustan los bodegones pero… - ¿son pequeños? -
Pregunta la dueña de la casa.
Se
acuerda del bodegón gris con una navaja que tiene sobre la cama y que
francamente no es de los que más le gusta. Les hace pasar a la alcoba. Ellos lo
miran y quedan encantados con ese cuadro.
- ¡¡Es
una maravilla!! ¡Nos lo quedamos!
Sacaron
el talonario, lo pagaron y se lo llevaron, quedando para el lunes que volverían
de nuevo ya que necesitaban otros más pequeños. El pintor les ayudo a sacarlo y
entrarlo en el enorme coche que llevaban ¿qué extraño? ¡No querían que los
viese nadie! Incomprensible ser nuevo rico.
Creo
que nunca he tenido menos frío que aquella noche, cogimos las botellas y muy
contentos nos dispusimos a subir aquella cuesta de nuevo. Iba contenta, llena
de júbilo.
Me
había deshecho de un cuadro que no me gustaba por la navaja y que lo tenía
sobre mi cabeza todas las noches, y… además me había dejado un buen “dinerito”
que me ayudaba a pasar un montón de tiempo.
Ahora
cada vez que veo la foto del mismo, le doy las gracias por la ayuda.
Higorca
4 comentarios:
En un momento determinado de la vida, todo llega para permitirnos seguir adelante. Besitos linda
Hola Higorca.
Fíjate que bien, fue fortuito.
He leido despacito tu relato.
Y ya sabes que os damiro a los dos.
Besos desde Valencia.
Por fin llueve, Montserrat
Grande Higorca, me gustó. Hay esperanza en el relato. Besos a los dos.
He llegado tarde, pero he llegado. Me ha gustado la historia. Cuando parece que las cosas se ponen duras siempre aparece alguna luz por algún sitio.
Te has extendido en tantos blogs que no llego a tiempo a todos.
Un abrazo fuerte
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