Reflejo de ventana (2008) José Higueras
Higorca
Estaba amaneciendo,
por la ventana llegaba un rayo de las primeras luces del alba. En la cocina,
todo estaba preparado para un buen desayuno. La jornada se preveía dura y
larga.
Los dueños de la
hacienda se habían levantado muy temprano. Era la época de la vendimia y todo tenía que estar
preparado para cuando llegase la cuadrilla dispuesta a la marcha para cortar
los racimos ya maduros.
El hombre de la
casa tenía buen apetito a esas tempranas horas. Un par de huevos fritos con
unas buenas rebanadas de pan. También unos pescados recién hechos y calientes le
irían bien.
María se dispuso a
preparar la mesa mientras se calentaba el aceite para poder cocinar, todo lo
preparado. Cortó también un limón por la mitad, a su marido le gustaba echar sobre
el pescado frito.
El aceite estaba
humeante, cogió el plato donde previamente había puesto el huevo crudo, primero
para saber si estaba en condiciones y también quizá por precaución, ya que de
esa forma era mucho más fácil y tenía menos peligro.
Ya estaban los
huevos bien rusientes “con puntillas”
colocó: el plato, el pan, los cubiertos y la servilleta, sobre la mesa. Todo estaba
ya dispuesto para el desayuno.
Fue hasta la
escalera y llamo a su marido – Baja, todo
está listo, cuando quieras empezamos a ello. Ya sabes que llegan muy pronto.
El hombre se sentó
a la mesa y devoró con avidez todas las viandas preparadas con tanto amor por
su mujer, levanto el porrón y bebió un largo trago de vino. Ella lo miraba
mientras masticaba mucho más lenta y pausada.
Llamarón por la puerta
del corral. Ya habían llegado las personas que iban a vendimiar. Subieron todos
al remolque del tractor, todos menos la dueña. Tenía que recoger todo aquello
que se habían dejado en la mesa, más tarde se reuniría con todos ellos en la
viña.