Óleo del maestro: José Higueras - Titulo: Patio Lusitano |
Habían llegado a Lisboa. El encargo era
importante y debían tener todo el material puesto a punto y a la perfección,
para el día indicado.
Pero… antes querían visitar de nuevo la
capital. Cada vuelta les apasionaba más. Tenía todo ese sabor dulzón y
tradicional, era antigua, bella, romántica y bohemia a la vez. Lisboa tenía
todas esas cosas especiales ¡había tanto que ver! ¿Por dónde empezar? Seguro
que por mucho tiempo que estuvieran allí. Por muchas veces que volvieran, no
llegarían a ver toda su inmensidad.
Lisboa era toda poesía. Cada rincón, las bellísimas plazas, hasta las
calles con su típico empedrado y sus cuestas. Un lugar dónde no se podía utilizar
zapatos de tacón fino ¡para qué! Era mejor ir plano para poder caminar, subir
para luego bajar sin dificultad. Caminar por una ciudad llena de encanto, de magia.
El primer paso era visitar la Lisboa antigua,
sus estrechas calles con sus ínfimas aceras. Una delicia ¡Cuidado! Viene el
tranvía. Ese tranvía amarillo, viejo,
antiguo como la misma ciudad. Claro que es imposible pensar en la capital
lisboeta sin su tranvía, forma parte de sus arterias. De todos modos es la
mejor manera de llegar al barrio alto.
Llegar hasta El Chiado, quizás sea el barrio
más bohemio de Lisboa, es el lugar más indicado para encontrar esos bares dónde
se reúnen los intelectuales, escritores y artistas. Al mismo tiempo que pasear
viendo tiendas de todas clases. También esas viejas librerías que al entrar se
puede notar los años que han pasado por ellas, o lo que es lo mismo, su
antigüedad, para una vez que notas el cansancio sentarse en una terraza y
saborear un refresco hasta que llegue el anochecer para entrar en una taberna
donde podamos deleitarnos con un dulce fado.
El fado ¿de dónde proviene el fado? En una de
las tertulias con algunos expertos del mismo y otros del flamenco puro. Pude
escuchar que los dos eran de la misma “sangre”, con las mismas raíces. Solamente
una excepción, el fado no se baila, el flamenco sí.
Esas letras dulces, trágicas. Por lo menos a
mi me parecen. Me gusta oírlas en silencio, con la paz y el embrujo de la
noche. Mirando a las estrellas. Frente a una copa de vino de Porto, con el
mismo sabor añejo que la ciudad dónde estoy escuchando la canción interpretada
por Amalia Rodrigues. Entorno los ojos y sueño.
Puedo ver sin moverme de la silla: El
elevador de Santa Justa, la torre de Belem, La Alfama con sus callejuelas
medievales, historia viva de la ciudad dónde se respira una atmósfera distinta,
inigualable.
¿Y qué decir del Parque de las Naciones? Poder
aprender lo que bien dice una vieja leyenda,
la ciudad de las siete colinas… ¿Quién piensa que Lisboa no tiene metro?
Cruzar el estuario del Tajo, majestuoso,
desafiante, como si nos quisiese decir ¿Qué pasa? Yo soy el que manda sobre el
inmenso mar. Pasear sobre él, cruzando esos maravillosos puentes. El 25 de
Abril con 2 kilómetros, se ve ínfimo corto cuando has tenido el enorme placer de
cruzar por el Vasco de Gama, entonces se nos acelera el pulso al poder
acariciar el agua en todo su recorrido que son nada más y nada menos que 17
kilómetros.
Todo eso pasa por mi mente mientras escucho
esa maravilla de canción entre dulce y apasionada como es el fado.
Bajo de mi nube pensando que pronto muy
pronto voy a volver de nuevo a pasear por esas calles y colarme dentro de un
patio típico para poder plasmar en mi retina toda la historia de Portugal.
Higorca
1 comentario:
Asi és Lisboa, la retrataste de maravilla!
Ah no me acuerdo si te sentaste a tomar un caeíto con Fernando Pessoa en Chiado? El barrio más bohemio de la ciudad se llama "Bairro Alto", al ladito del largo de Chiado.
Cuando vengas no olvides de visitar la Fundación Saramago en la Casa dos Bicos donde irás encontrar al escritor/poeta en todos los rincones. Sientate junta al olivo donde reposan parte de sus cenizas. Después haz como yo hice el otro día, va caminando hasta Praça do Comercio y sientate en una terraza ahí mismo a tomar un té verde helado.
Besitos
Flor
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