DON JUAN ANTONIO SAMARANCH

Hoy quizás mi alma este más triste que ningún otro día. Hoy, mi nada amiga la guadaña se ha llevado a una persona muy querida. Y digo querida no solamente por mí, también por todos aquellos que le conocían y eso es, medio mundo.

Ha muerto un hombre luchador por aquello que eran sus ideales, el deporte, todos los deportes y sobre todo, por aquello que olía a olímpico. Los que hemos crecido cerca de esa persona, sabemos de todo su bien hacer. Su vida no ha sido corta en ningún sentido, en edad sus ochenta y nueve años, han sido bien trabajados y hasta el último momento dedicados a ese amor, su distracción, el deporte. Bien mirado estoy segura que se ha ido con una gran alegría, ver como ganaba de nuevo ese tenista joven y que él admiraba, seguramente que estaba contento y satisfecho.

Supo llevar a España, a Cataluña, la tierra que le vio nacer y crecer, y sobre todo la bandera nacional por todo el mundo. Le debemos muchas cosas en el deporte, lo puso bien alto, no debemos de olvidar, ha muerto físicamente pero su nombre siempre estará con todos nosotros.

Ha muerto tranquilo, sin sufrir prácticamente, con la serenidad que da haber hecho en este mundo todo aquello que deseo. Como se suele decir “se ha ido con los deberes bien hechos”. Por eso cuando una persona muere así todos debemos estar tristes pero también muy contentos, no todos tienen esa suerte. Ahora, allá donde haya ido volverá de nuevo a montar otros juegos olímpicos con todos aquellos deportistas que él conoció y que se fueron muy jóvenes. Eso si es verdad que luego existe “algo” porque yo no lo he visto y lo único que deseo es poder tardar mucho en descubrirlo.

D. E. P.