Madama, Porras y Pecado en Camuñas. Oleo/tela. Autor: José Higueras Mora
Jueves de Corpus, antes (hace unos años) se decía que tres jueves habían que relumbraban más que el sol. Ahora, todo ha cambiado, bueno todo no, hay algo que no cambia, sigue igual desde la friolera del siglo XIII, por lo menos que se tenga noticia de ello. Es un ritual que al verlo nos hace estremecer, nos transporta. Un ritual lleno de colorido, de plasticidad, de dolor y de alegría, de danza, de música, una música distinta a la acostumbrada, de nostalgia ¿quizás? Aun siendo machacona te hace vibrar. Dos cofradías: el bien y el mal. ¿Dónde lo encontramos? En Castilla-La Mancha, en una villa toledana, blanca, de gentes sencillas, pero de alma grande. Abiertos y llanos, saben dar, y recibir, gente del campo, acostumbrados a vivir a pleno sol, a trabajar duro porque el campo quiere eso, trabajar duro. Esa villa es Camuñas, y en ella podemos ver en esta fecha un ritual maravilloso. PECADOS Y DANZANTES. El mal y el bien, como siempre: el tira y afloja que existe en todas partes, y que ha existido desde que el mundo es mundo. Solamente que aquí es distinto nada es lo que parece, sino todo lo contario. Ellos son dos grupos, dos cofradías, como bien he dicho antes, los Pecados: el mal. Los Danzantes: el bien. Los primeros no pueden entrar en la iglesia, solamente los segundos pueden oír la misa, mientras los Pecados esperan fuera rabiosos, enloquecidos, cada vez que el sacerdote pronuncia las palabras sagradas, ellos ululan y con la vara rascan el suelo, esperando ser redimidos ellos también, mientras se celebra el ritual, o danza. Mientras los Danzantes con su pantalón blanco van tejiendo el cordón al son de la música que nos da la sonaja, y la porra, siempre marcado por el tambor que representa a “La Templanza” y al ritmo frenético del baile que la Madama sin separarse de la Porra va recogiendo a cada uno de los Danzantes que sacando todos los pañuelos blancos airean su estado de exaltación rítmica y de emoción de su danza. La vestimenta data de muy antiguo: del siglo XVII, los trajes que llevaban los cortesanos, aunque están mejor representado en los Pecados que en los Danzantes. Luego con la llegada de Felipe IV llega una renovación en la moda masculina y cambia un poco toda su ropa. La cabeza cubierta por los Sereneros, que pueden ser blancos, o de un color pálido una especie de manto que aun pareciendo iguales, no lo son. Los Pecados los llevan más largos y recogidos en la cintura, los Danzantes son más corto, estos se llaman Pañuelos, y van sueltos. Los dos se adornan con bordados, o pintados con temas alegóricos al día en que se celebra. Estos, uno y otro se une a la careta con escarapelas y cintas de colores. También las caretas son distintas, y están hechas por ellos mismos. Es algo grande, hermoso, ver pasar la procesión con la Custodia como elemento principal, por el pueblo que las gentes lo han engalanado para ello. Toda una representación que solamente se puede ver en el lugar de su origen Camuñas. |
2 comentarios:
Me ha encantadoo tu artículo. Muy ilustrativo. Nos habla además de la fe sencilla de los pueblos sencillos, lleno de colorido y plasticidad como demuestran las obras de tu marido.
Gracias por esta información tan interesante.
Un abrazo fuerte
Higorrrrr, impresionante lo que acabo de aprender de lo que contaste sumando las imágenes de Don José Higueras.
Excelente interpretación ( como siempre hace) en las pinturas acompañando a las palabras que pusiste.
¡¡¡Y SIGO APRENDIENDO MAESTRA!!! Graciasssss.
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